Crónica París-Brest-París de 2011

Crónica de David Padrós Casalins de la PBP 2011.

Ciclomaratón de 1230kms del 21 al 24 de agosto de 2011.
Mi nombre es David Padrós Casalins, y a continuación te voy a contar la crónica de mi participación en esta gran prueba de resistencia entre París y Brest. Bueno… luego hay que volver nuevamente a la capital francesa. Mi aventura comienza mucho antes, pero es el día diecinueve de agosto cuando vamos en dirección al punto de salida. Se trata de Sant Quentin en Yvelines, un pueblo muy cercano a París.

Crónica París-Brest-París de 2011

Una caravana de nada menos que 20 años y con varios desperfecto en la carrocería y la mecánica. Es por ello que el primer de los retos fue llegar sano y salvos a nuestro punto de destino. En mi caso bien cargado de toda la parafernalia que necesitaba para la carrera. Vamos a reunirnos con el siguiente miembro de la pandilla, quien se encontraba cerca de Toulouse, Jordi Mójica. Estamos citados en un área de servicio de la autovía, donde estábamos citados sobre las 21 horas del día 19.

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Lo acompañaba Manuel y Jordi, desde Seo de Urgel, estos dos también participantes. Tras cenar todos juntos, Jordi Mójica realiza el traspaso de los activos de transporte. y se junta en la roulot en ruta hacia París.

Antes de la obligada parada para reponer energía durmiendo, en el camino la  batería de la roulot parece tener síntomas de envejecimiento. Los bornes no estaban correctamente apretados,, así que por el camino empiezan a fallar debido a los baches y el movimiento de la roulot. Justo en el peaje debemos poner solucionar el problema y tenemos que empujarla a una zona segura para solucionar el problema. Finalmente, tras hacer noche nos ponemos en marcha hacia Sant Quetin.

Nos encontramos con un gran ambiente en el gimnasio de la localidad, el pabellón deportivo desde donde se iniciaba la prueba de 1.200kms. Máquinas increíbles se dieron cita en las cercanías del gimnasio, a punto para iniciar la preceptiva revisión y estar acordes con las medidas y normas que la organización tiene prescritas como de obligado cumplimiento.

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La carrera comienza a las 21:00 horas del domingo 21 de agosto del 2011. A pesar de ser pleno verano empieza a oscurecer. A  tan solo quince minutos para que se dé el pistoletazo que dará inicio a la prueba, los tres mosqueteros de la bici (Cabreta, Bicimoreno,  y Padrosini) nos inmortalizamos con la foto de la atractiva chica de la falda y la bici de cinco marchas.

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Portando una cesta en el manillar y con el dorsal 6050 ¿¡impresionante no!? Toda una bicicleta de la marca Motobecane de cinco velocidades y un cesto de mimbre sobre el manillar. Porta el dorsal 6050 como participante del evento. ¡Impresionante! ¡¡No fuimos los únicos en hacernos la foto…!!

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Nos ubicamos en la zona de control donde tiene lugar la salida para que nos pongan el cuño en el carné de la carrera. En mi interior puedo sentir una vocecita que me dice: “Estamos locos, aún no hemos salido y ya nos encontramos con el puñal entre los dientes”. Nada más nos quedan 1.229 km y el único freno que tenemos por delante son los semáforos y las rotondas, que por estas tierras pareciese que las han inventado. A estas alturas de la carrera no faltan las risas y bromas de los vascos y los chicos de Cataluña. Andamos por entre un enorme pelotón de ciclistas.

“Si el buen humor del principio fuese igual que el del final, querría decir que los 1.230kms no son nada para personas aguerridas como nosotros”. El pedaleo nocturno tiene su punto de divertido. Sin embargo, conforme los kilómetros van pasando, el agobio empieza a sobrecogernos. La sensación de angustia empieza a hacerse patente a medida las horas van pasando y el sol no hace acto de presencia.

El Cabreta de la Seo d’Urgell Jordi Ballester empieza a aligera el ritmo y el resto de nosotros le dejamos que se marche. Su cadencia y su ritmo de pedaleo es excesivo para el momento en que nos encontramos de carrera. Todavía nos falta muuucho carrete.

Es un tipo genial este Cabreta. Tiene unos arranque que le vienen de pequeño, cuando cayó adentro de la marmita y se bebió casi toda la poción del druida. ¡Cosas de la niñez que te marcan toda tu existencia! A la postre el animal acabar la prueba con la nada desdeñable marca de 65 horas.

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Es el momento en que llegamos al primer control en Mortagne au Percher, aunque yendo para Brest no era necesario pasar por caja para fichar. En estos momentos estamos en el  km140 de la carrera y las fuerzas siguen casi intactas. Saliendo del control nos empieza a importunar una lluvia y rápidamente tenemos que echar mano de los chubasqueros.

Llegamos al siguiente (#2) puesto de firmas de la carrera en Villaine la Juhel cuando está recién amaneciendo. En este sí que tenemos que fichar. Estamos en el kilómetro 210 de la carrera y el cuerpo nos pide energía de alto octanaje. Debo citar el fantástico trabajo de logística y asistencia realizado por Lluis. Nos toca una buena ración de focaccia.

Algo similar a una pizza que por comer me la hubiera zampado toda de una atacada, incluido el envoltorio. “Venga… David, atrápalo y continúa sin más dilación. Sólo se trata de un cambio rápido de combustible en boxes.» En aquellos instantes lo hubiera aniquilado, pero se trata de un tipo excelente.

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Dejamos atrás el segundo control y nuestra próxima meta es Fougères, a 88 kilómetros de donde ahora salimos. Dos hermanos australianos vienen a dar con nosotros en este tramo del camino. Unos chicos afincados en Londres, Paul y Marc.

Siempre que nos reuníamos en los puestos de control nos saludábamos  muy efusivamente. El camino que nos lleva a Fougères, y en general extensivo a toda la prueba, es lo más parecido a una montaña rusa rompe-piernas que parece un conjunto de toboganes en sucesión que parecen no acabar nunca.

El paisaje de la región de Normadia y Bretaña es una preciosa conjunción de montañas y valles salpicados de vez en cuando por pequeñas poblaciones con edificios no muy altos que armonizan perfectamente con el paisaje. A estas altura de carrera se hace necesario combustible de calidad en forma de geles y barras energéticas entre cada uno de los tramos.

En los pequeños descansos de los controles se agradece provisiones en forma de arroz o pasta calentitos. A estas alturas nos comeríamos hasta las piedras. Cambiamos el culote y el maillot,  y  empapados y emprendemos camino en dirección a Tinteniac, la jornada más corta de todas la carrera (53 Km).

En toda Francai en general y el trazado de la prueba en particular es todo un evento celebrado cada cuatro años. Todo el mundo lo considera igual que una fiesta y todos tienen tiempo para salir a la carretera para ovacionar a los participantes del evento.

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Para los lugareños los corredores participantes como tan como héroes para ellos. Son varias las casas que en su atrio montan como un pequeño puesto de comida e incluso echar una cabezadita que nos recupere del tremendo esfuerzo. Son muchos los que ansían echarse fotos con los participantes tan pronto te bajas de la bicicleta para tomar un pequeño respiro y aliviar la tremenda fatiga que poco a poco se va acumulando.

Resulta muy chocante cómo dan ánimo a todos los participantes. Aunque no tengas ni idea de francés, muy pronto te haces con el pequeño vocabulario: ¡Courage!, ¡Allez allez!, ¡Bonne route!, etc. Todos estos gritos de ánimo los he estado oyendo durante las ochenta y cuatro horas que ha durado mi PBP.

Llegamos a Tinteniac. Tenemos que hacer un pequeño algo para realizar una reparación de urgencia sobre nuestro calzado de ciclista. A consecuencia de la lluvia las suelas casi se han desprendido del resto de las zapatillas.

Hay sentido de urgencia, ya que la idea es llegar al siguiente punto de control de Calaix en el kilómetro quinientos veinticinco en la madrugada con la intención de echar una cabezadita de unas 4 horas que repongan los estragos que la falta de sueño hace en el organismo.

La etapa que nos falta es la que tiene final en Bres, justo la mitad de la carrera. Antes de la llegada en Carhaix deberemos de hacer paso por la localidad de Loudéac. Nos separan unos ochenta y cinco kilómetros entre Tinteniac y Loudéac. La lluvia empieza a remitir. Ya estamos en Loudéac y está anocheciendo. La organización ha puesto un pasillo mediante vallas para todos los participantes. Cruzamos el camino y ya podemos sellar el carnet de control.

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Nos dirigimos hacia la roulot para reponer energías: nos esperan un par de pizzas que devoramos al instante. No podemos perder tiempo,. No hay que perder tiempo, ya está haciéndose de noche y tenemos que llegar a la población de Calaix a tiempo prudente para poder hacer 3 a 4 horas de sueñecito reponedor. Para la siguiente jornada la lluvia fue la protagonista de la carrera.

El siguiente segmento de la carrera transcurre por setenta y seis kilómetros entre las localidades de Loudéac y Carhaix. A partir de allí empezó la odisea para llegar al siguiente control. La lluvia se hizo más intensa, algunos tramos de carretera se hicieron verdaderamente peligrosos de circular por una zona en la que había tráfico abierto.

Era de noche y entre el trafico rodado había también camiones, los cuales se desdibujaban entre la penumbra dando verdadero miedo. La mejor recomendación era pedalear en alguno de los pequeños grupos a modo de pelotón que se forman a lo largo del recorrido. De este modo el conjunto es mucho más visible y disminuye el peligro de ser arrollados por algún vehículo. Paramos en un pequeño pueblo para refugiarnos del temporal que por minutos arrecia. Aprovechamos este momento para reponer fuerzas comiendo, ya sólo nos falta 20 Km para llegar al siguiente punto de control de firmas.

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No podíamos perder mucho tiempo y al ver pasar un grupo numeroso nos unimos a su estela. Fueron 20 km a fondo dando algún que otro relevo, aunque en un momento me quedé detrás de Jordi ya que mi luz frontal agotó su batería. Los últimos kilómetros del control el grupo fue liderado por una máquina que daba pedales sin que nadie tuviera fuerzas para relevarlo. Jordi me comenta: “Joder, vaya máquina de tirar, no?” Mi respuesta fue aún más sorprendente cuando le dije: “ Es una chica” ¡¡PERRRRDONA!!
Efectivamente, la nueva máquina de dar pedales que lideraba nuestro grupo era una chica danesa a la que nadie osaba dar un relevo por falta de fuerzas. Había pocas chicas en la prueba, pero las pocas que había eran auténticas guerreras. Tras la locomotora danesa el camino se nos hace muy corto y antes de poder darnos cuenta ya estamos en el penúltimo control de Carhaix.

Tras  picar billete en el control nos dirigimos raudo hacia la roulot con el fin de quitarnos toda la ropa mojada. Repetimos el mismo protocolo: comer, beber y dormir unas horitas. A Lluis al proponerle que se quede en esta localidad bretona hasta que estemos de vuelta de Brest. Por tanto, tendría unas 10 horas para descansar y recuperar hasta nuestra vuelta.
Nuestra intención no es otra que llegar a Brest, comer sin asistencia y volver raudos marcha atrás hasta llegar nuevamente al control de Carhaix donde podremos volver a repetir la misma jugada con la roulot.

Nuevamente los planes no pudieron cumplirse. Antes de la salida de Brest, pasamos por  los aseos y en la cola nos dimos con Francesc Porta, toda una celebridad en esto del randoneur con la friolera de 10 ediciones de la PBP en sus piernas. Había salido 6 horas más tarde que nosotros y me comenta que no había ni dormido. Este tío está loco pero es una bestia parda!

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La etapa de Carhaix a Brest de 93 kms nos deparó en el km 13 después de Carhaix el momento más amargo de la carrera. Bicimoreno Jordi empieza a notar las rodillas (el tendón rotuliano) cómo empieza a hacerle la puñeta.

Al principio pensé que sería pasajero pero en la localidad de Poullaouen sus rodillas dijeron que no podían más. Llamamos con nuestro móvil a la asistencia de Lluis para que lo pudiese recoger.

Jordi Mójica (Bicimoreno) es un compañero sensacional para la ruta. Sin duda el mejor que cualquiera pueda tener. Sensacional colaborador de mentalidad positiva frente a los problemas y adversidades de la vida.

Te ayuda incondicionalmente ante cualquier situación de que te incomode. No le gusta picarse con nadie y siempre al servicio de los demás.
La mejor frase que le puedo dedicar es: «Gracias por ser así amigo».

A partir de este momento se incorpora a la logística de apoyo, junto a Lluis.

Continuo mi periplo en solitario sin dejar de dar vueltas a la idea del abandono de Jordi. Me asaltan una lágrimas de tanta emoción, pero a partir de ahora empieza otra carrera. Debo ser fuerte. Otra vez la lluvia hace acto de presencia, esta vez no tan intensa pero con una niebla que hasta me parece que deja escarcha en mis manguitos.

Llegando a Brest me hago la foto de rigor con el puente al fondo. ¡Menudo careto tengo en la foto! Parece que un grupo de motoristas salvajes me hayan dado una paliza hasta en el DNI.

En el control me asalta una gran sorpresa. En la cuneta de la carretera que va a continuación del de Brest encuentro a Bicimoreno. Ante la pregunta olvidada de ¿qué haces aquí?, “queríamos que fuese una sorpresa para ti».

Esto me infunde mucha moral hacia el control. Una vez allí trato de pasar por el restaurantes de la organización y comer alimento caliente. Uff… está que no cabe un alfiler. No me puedo permitir perder tanto tiempo haciendo cola. Voy al puesto de comida de la organización y consigo un bocata de jamón con mantequilla, algo de verduras y una taza bien caliente de café.

Bueno, ya está hecho la mitad del trabajo. Hemos recorrido la mitad del camino de mi Crónica París-Brest-París de 2011, ya sólo nos falta la vuelta hacia París. Siguiente punto de control en Carhaix.

Vídeo de la crónica PBP

Ciclomaratón de 1.230 km del 21 al 24 de agosto de 2011. Mi nombre es David Padrós Casalins, y estás en las segunda parte de la Crónica París-Brest-París de 2011 continúo narrando mi participación en esta gran prueba de resistencia entre París y Brest. Bueno… luego hay que volver nuevamente a la capital francesa.

Todo el mundo tenía un saludo y un grito de ánimo en cualquiera de las poblaciones o en cualquier punto de la carretera, no importaba dónde, todos tenían una mirada que denotaba admiración hacia nosotros, especialmente los niños.

Siempre intentaba devolver la réplica del saludo, especialmente hacia los más pequeños. Pasamos junto a 3 jóvenes en una silla de ruedas. Una de las cuidadoras les hacía gestos tan pronto se acercaba un ciclista. Cuando pasamos junto a ellos nos respondieron con un «bonjour». En ocasiones es que la vida merece la pena ser vivida y enfrentarnos a retos como esa PBP.

Carrera ciclista Paris-Brest-Paris
Cartel anunciador París-Brest-París

El Zener Team ha quedado mermado y con un solo miembro llega al punto de control de Carhaix de camino hacia París. Mi saludo de agradecimiento hacia Alfredo Palencia, el gerente del Zener Racing por su extraordinaria colaboración en la cesión del material y las indumentarias de equipo para la carrera. En este momento debemos poner proa hacia Lodéac.

En nuestras piernas empiezan a pensar los 700 Km acumulados. A treinta kilómetros de Loudéac mi estado anímico es bueno; las fuerzas también me acompañan, por lo que comienzo a tirar fuertemente. Nadie me está siguiendo hasta el justo instante que oigo el sonido de un cambio de marchas por mi retaguardia.Se trata de un francés joven que comienza a relevarme.

Entablamos una conversación tomando como escusa que ambos llevamos el mismo modelo de bicicleta, una Sensium 300 del fabricante Lapierre. Con la distracción de la conversación, los kilómetros se hacen más cortos y llevaderos. A tan solo 10 Kilómetros de Loudéac comienza a oscurecer, circunstancia que aprovecho para apearme y ponerme el chubasquero reflectante.

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Con noche cerrada llegamos a Loudéac. La población nos da un recibimiento impresionante, como siempre. Coincidimos con Paul, el londinense australiano. Nos intercambiamos los diferentes números de teléfono para quedar en la próxima cita en Barcelona.

En el roulot de Zener, Jordi y Lluis ya tienen preparado el menú típico de esta zona. Una nueva pizza.. Jajaja!!! Echo una cabezadita a las once con la intención de despertarme a las cuatro de la madrugada. A las 3 ya estoy dando vueltas y tomo la decisión de partir hacia Tinteniac. De Loudec después de todo pude salir bastante compuesto.

La entrepierna la tenía con muchas rozaduras y los pies echaban fuego.  A cada vuelta de pedal, los tendones de los gemelos sobre el tobillo me tiraban como demonios. A cada vuelta era como si quisieran evitar las pedaladas. Son las quejas del cuerpo cuando te paras para descansar, después ya todo vuelve a funcionar correctamente como si nada hubiera ocurrido.

Estamos a mitad de la noche cerrada nos acercamos a un grupo de corredores donde se encontraba sin ser invitado al punto de control de firmas secreto. Paso dicho control dando en los baños con Joana, la cual venía junto a Ignacio, su esposo, la primera mujer catalana e incluso española en participar en la carrera sobre el 1999.

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Me cuenta que que no le está yendo nada bien. Parece ser que comió algo en mal estado. Lleva bastante tiempo con vómitos. Por fortuna, más tarde, cuando acabó la carrera en Sant Quentin la vi llegar con su marido.

A partir del último control hasta Tinteniac me fue bastante mal. Mi dio un bajón moral bastante fuerte, ya que rodar por la noche no me sienta demasiado bien. En este tramo de la carrera se pueden ver las luces de la torre de comunicaciones de la población de Tinteniac. Las luces parecen no moverse con el paso de los kilómetros, resulta desesperante para la moral. Cuando empieza a amanecer entramos a Tinteniac.

A la entrada del control de la población, Lluis me está esperando para darme una buena sesión de descanso y alimento que reconforten mi magullado cuerpo. Me relajo durante quince minutos en la roulot y continúa camino de Fougéres. De ruta hacia Fougéres me apeo en un bar de un pequeño pueblo para tomarme un refresco de cola. Más que nada era una excusa para poder ir al baño.

Los intestinos anduvieron dando problemas durante gran parte de la carrera. Inicio mi ruta otra vez, pero han pasado dos kilómetros y me acabo de dar cuenta que olvidé el móvil en la roulot. Regreso y recupero el preciado botín y aviso a Lluis con una llamada perdida a diez kilómetros antes de cada control para avisarle de mi presencia. El final está cada vez más próximo.

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Tras el control de firmas por fin puedo coger la cama de la roulot con la intención de descansar durante un cuarto de hora. Al despertar, con el calor reinante, Lluis me informa que he estado echado una horita durmiendo como un bebé. Realmente no me he dado cuenta. Ha sido mi cuerpo el que ha decidido en piloto automático. Continúo mi ruta hacia la siguiente población de Mortagne au Perche. A tan sólo cinco kilómetros de mi partida del control anterior doi caza a Salvador de la Peña y a Pere Martí, de Manresa. Una gran institución y todo un referente a lo que a larga distancia se refiere.

Establecemos una conversación entre paisanos y me informa acerca de un randonneur USA que murió la pasada noche. El cansancio y el sueño hizo que perdiese el control de su bicicleta invadiendo el carril de sentido contrario. Un camión que pasaba lo arrolló. Descanse en paz.

Y de regreso Mortagne Au Perche: A tan sólo ciento cuarenta kilómetros para alcanzar la gloria. Entre nosotros comentamos jocosamente: Vamos, que solamente nos falta un paseo de fin de semana. Ya tenemos acumulados en las piernas la nada desdeñable cifra de mil cien kilómetros de nada. En el control de firma, Bicimoreno me tiene preparado un par de perritos calientes para la cena.

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En estas circunstancias eso es toda una delicatessen. Partimos sobre las 9.30 PM hacia el control de Dreux. El comienzo del tramo es un continuo terreno rompe-piernas como si de un tobogán se tratase.

Tal vez estos repechos sean solamente un par de kilómetros, pero a mi se me hicieron eternos como si se tratase del mismísimo Alpe d’Huez. Por fin aparece el descenso. Nos adelantan 4 ciclistas de Seattle. Nos ponemos a su rueda para eso de ahorrar algo de fuerzas.

El ritmo impuesto por estos americanos nos resulta tremendo. Imposibles darle ni un solo relevo. Por lo que a mí respecta casi ni podía seguir su rueda. Chupando rueda nos damos de bruces con la población de Dreux, que se encuentra a tan sólo veintitrés kilómetros del siguiente control de firmas, y penúltimo de la carrera.

Hasta entonces no había ingerido nada de comida en este tramo, así que decido apearme del tranvía formado por los americanos estos y me dispongo a continuar la carrera a un ritmo más sosegado empezando por dar buena cuenta de mi bocadillo y mi bebida de cola.

Marc y yo nos despedimos, pues él ha decidido continuar enganchado al tren bala formado por los americanos de Seattle. En unos minutos devoro toda la comida y vuelvo a tomar la marcheta nuevamente en solitario. A tan solo quince kilómetros de la localidad de Dreux soy adelantado por un ciclista del grupo de los de Seattle el cual había quedado un poco atrás.

Le tomo la rueda y le doy un par de relevos para colaborar. Entonces se pone a tirar y me da un latigazo que me deja como a cincuenta metros atrás. ¡¡Menuda forma de dar relevos!!
Le dijo ir como alma que se lleva el diablo. A tan sólo 5 Km me lo vuelvo a encontrar con síntomas de haberle golpeado el tío del mazo. ¡¡Pues ahí te dejo chaval!!

Ahora soy yo el que se marcha. Me encuentro con fuerzas renovadas tras haberme zampado el bocadillo. Así es que entro en la localidad de Dreus con otros diez randonneurs. Ficho en este penúltimo control de firmas y raudo me marcho a dormir cuatro horitas de sueño reparador.

Son las siete AM y me dispongo a dirigirme a los aseos para adecentarme y prepararme para afrontar el último tramo de sesenta y cinco kilómetros. Nos despedimos los compañeros antes de salir rumbo a la meta final. Coincidimos un pequeño grupo de ciclistas franceses del conjunto ciclista Canjou.

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Con uno de ellos establezco una conversación y empezamos a colaborar para darnos relevos. Tan solamente relevamos tres ciclistas de un grupo de diez, el resto se queda mirando como nosotros hacemos el esfuerzo. Uno de los estirados comenta eso de: “Il est fort l´Espagnol!” Yo trataba de aportar lo que buenamente era capaz a esta altura de la prueba, que no podía ser mucho. Llegamos al municipio de Saint Quentin por donde se van sucediendo pequeñas urbanizaciones y pueblos.

La organización de la carrera ha dispuesto un cartel anunciando los últimos quince kilómetros para la meta final.
Semáforos, callejuelas, bajadas… marcho con tres corredores y el más rezagado, zasca!!! Se da un tortazo en un adoquinado. Los que marchábamos más adelantados paramos, el otro le preguntó: Are you fine?” Every thing’s all right?

Parece que todo ha quedado en un susto, se levanta y se incorpora nuevamente con nosotros. Estamos a cinco kilómetros del final, en la localidad de Guyancourt, marchamos en pequeños grupetos seccionados a causa de los semáforos.

Por fin llegamos a la rotonda de Saules, la cual da paso a la entrada del gimnasio de donde partimos. Son las 11 h AM y a la entrada nos espera un gran grupo de personas aficionadas que reciben con entusiasmo a los héroes de la bicicleta. También como no, se encuentran Cabreta Jordi, Bicimoreno y Lluis, que habían acabado hace horas. Antes de la entrada en el control de firmas, algunas fotos de recuerdo.

Tras el protocolo del control de firmas final, marchamos a saborear el final de las prueba de resistencia mental y física más increíble que puedas imaginar. Me atrevería a decir que la resistencia mental es mucho más importante que la física. Cuando la mente funciona correctamente afinada, entonces el cuerpo hace lo que quieras.

Quisiera dejar constancia de nuestro agradecimiento a Lluís Pérez y Mójica por su gran ayuda durante su participación a lo largo de su participación hasta la llegada del Km 525. Cuando tuvo que abandonar, su ayuda desde fuera.

La París-Brest-París es una carrera donde se viven muchísimas experiencias y grandes momentos de tristeza, emoción, sufrimiento y alegría.
Un reto muy humano donde se puede percibir la energía de los aficionados los cuales tiene muy claro del tipo de desafía al que se tienen que enfrentar los participantes y al que profesan todo su respeto.

Y finalmente quisiera dedicar esta París-Brest-París a mi querida madre que descanse en paz y a la cual he rememorado mucho a lo largo de este reto. Mama t’estimo!

A María Valentina, mi hija que es lo máximo que he podido recibir en la vida.

Wladimir, mi padre que me asistió durante la edición de 2003 y sabe muy bien lo que esta prueba hace sufrir tanto desde fuera como desde dentro. T’estimo Papa!

Muchos abrazos y saludos a todas las personas que respetan y aman este deporte.

P.D: Fin de la crónica París-Brest-París de 2011. Nos veremos nuevamente en la edición de la París-Brest-París del 2015? David Padrós Casalins.

Vídeo de la crónica

Nos vemos en la cumbre. Buen Pedaleo, tu blog de ciclismo.

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